ENTRE SUS CARACTERÍSTICAS MANIFIESTAS
La humildad es una de sus cualidades. Fuimos testigos de su gran humildad, de tal manera que nosotros mismos, siendo murid, quedamos prendados de ella la primera vez que lo vimos. De hecho, estaba cogiendo los zapatos de los Fouqaras para guardarlos. Esta imagen ha quedado grabada en mi memoria desde entonces. Y esto era lo contrario de la actitud de los otros jeques de Zawya a los que había prometido lealtad. Nuestro jeque se encontraría sirviendo a sus invitados él mismo. Realiza sus propias necesidades. Cuántas veces me he sentado con él delante de una mesa de comedor y se ha acabado el agua. Se levanta por sí mismo para ir a buscarlo sin ordenármelo. Sin embargo, si lo hubiera hecho, lo habría encontrado más dulce para mi corazón que la miel. Tampoco se le puede distinguir entre sus seguidores por la ropa o la comida. Lo encontrarás llevando el Murakah y comiendo lo que encuentra. Uno de los fouqaras me dijo que un día salió con nuestro jeque. El jeque recogió un trozo de pan en el camino que estaba tirado. Una vez que entraron en el coche, los Fouqaras le vieron comer ese trozo de pan, sin que les diera asco. De esto sabemos que consideraba todos los beneficios de Alá, incluso los más pequeños. Otro signo de su humildad es que le vemos tratar a la gente por igual. Le habla al niño como le habla al adulto. Crece el que tiene menos conocimiento y sabiduría que él. Todo esto es lo que el Verdadero le ha dado de los tesoros de Su conocimiento y la abundancia de Su Misericordia. Así, el siervo, cada vez que aumenta en el Conocimiento de Alá aumenta también en la humildad. Entre sus cualidades también están la generosidad y la amabilidad. Se manifiestan en su imagen más profunda y en su grado más noble, es decir, en el hecho de dar Luz a sus discípulos, de conducirlos a la presencia del «Señor». Y sólo el que da su «Señor» es un Sheikh. Y sólo el que da la Luz es un Sheikh. Esta es la verdadera generosidad, pues quien te da la Luz te habrá dado ciertamente lo que permanece para siempre. Y el que te ha dado algo del mundo te ha dado algo que desaparece. De su generosidad también doy fe, como faquir, que estuve con él cuando una zawya lo visitó. Cuando vio su situación y su extrema pobreza, lloró a mares. Sacó toda su riqueza del bolsillo y se la dio. Y ello a pesar de estar en un largo viaje, en un lugar alejado de su bendita Zawya. Salió de allí sin un céntimo en el bolsillo. Entre sus cualidades está el hecho de que se le encuentra preguntando sobre la condición de cada faquir, sobre su vida y trabajo y el hecho de que ayuda a los pobres entre ellos. Sin embargo, no tiene posesiones en esta vida.
Entre sus cualidades está la misericordia hacia las criaturas. Sufre su dolor y se preocupa por su situación. No desprecia a ninguna criatura. Ama a toda criatura, sea quien sea, y sea quien sea, hombre o jinn, animal o inanimado. No teme la culpa de los culpables respecto a Alá, no importa el mal al que se enfrente, en esta forma de invocar a Alá. Dice: «Nosotros arrojamos luz sobre la gente y ellos arrojan fuego sobre nosotros. También se encontrará que es paciente por Alá, soportando el mal en Su camino, exaltado sea. Una de las muestras de su paciencia y magnanimidad fue que un día salió de la mezquita. Fue recibido por un miserable que le escupió en su noble cara. Nuestro jeque ni siquiera pensó en vengarse o devolver el insulto. Por el contrario, se limpió la cara y siguió su camino. No informó a ninguna de las personas que le querían del nombre de este desgraciado, para que no se vengaran de él. Entre estos sucesos, un hombre vertía muchas insanias sobre nuestro jeque. Acudía a la gente para empañar la imagen del Shaykh a sus ojos. Lo hizo durante mucho tiempo hasta que Alá puso el amor del jeque en su corazón. Se acercó a él y le pidió que entrara en su Tariqa. El jeque lo recibió sin animosidad. Por el contrario, lo recibió con una cara sonriente. Cuando quiso contarle lo que hacía contra él como insulto y oprobio, el jeque le dijo: «He olvidado todo eso, no me lo cuentes. El hombre me dijo: «Cuando estaba empezando el dhikr y me venían malos pensamientos [nunca tendrás el Fath, eras un gran enemigo del Shaykh. Solías decir esto y lo otro sobre él] Me apresuraba a ir al Shaykh. Le conté lo que me estaba pasando. El Sheikh me dijo: «Si te vienen estos pensamientos, diles: ‘El Sheikh sabe todo esto y me ha perdonado’. Estos malos pensamientos desaparecieron entonces. Esto es sólo una pequeña parte de su compasión por las criaturas. Proviene de haber pisado con su pie todos los reinos divinos, de los que vio que todo proviene de Alá, desde el principio hasta el final. Le acompañé durante mucho tiempo. Me hizo consciente de la perfección de su carácter y me deslumbró con la belleza de su comportamiento, de modo que yo, como faquir, dejé de asistir a la Zawya durante un tiempo. De hecho, tenía miedo de estar en su presencia. Salió para que lo viera en la calle, aunque no esperaba encontrarlo en ese momento. Y entre las cualidades con las que se embellece, la de la fidelidad y la probidad. Ha alcanzado en estas cualidades lo máximo que se puede esperar. Por eso, Alá ha elegido su corazón como receptáculo de Su santo secreto. En verdad, digo que nunca he visto en mi vida una persona que reúna tantas cualidades en su perfección de la manera en que Sidi Sheikh las reúne, que Alá aumente su nobleza.